Muy buenas a todos, soy Dani y hoy hablaremos un poco sobre los dolores de espalda que pueden producirse en verano.
Aunque asociamos el verano con descanso y bienestar, muchas personas experimentan molestias musculares, especialmente en la espalda, durante esta época. Las razones no siempre están relacionadas con entrenamientos intensos o lesiones puntuales; en muchos casos, los dolores de espalda veraniegos son consecuencia de pequeños hábitos posturales o rutinas poco saludables que adoptamos sin darnos cuenta durante las vacaciones.
Como fisioterapeuta, aquí te explico por qué pasa esto y cómo puedes prevenirlo para disfrutar de un verano sin tensiones.
- La “relajación postural” excesiva.
En verano tendemos a “soltarnos” en todo sentido, también en nuestra postura. Pasamos más tiempo tumbados, sentados en posturas informales (sofá, hamaca, tumbona, sillas de terraza…) y muchas veces sin prestar atención a cómo colocamos la columna, el cuello o las piernas. Esta relajación constante puede generar sobrecargas musculares, especialmente en la zona lumbar y cervical.
Consejo: Si vas a pasar tiempo leyendo en la tumbona o mirando el móvil, intenta colocar una toalla enrollada bajo la zona lumbar o cervical para mantener una curva más natural. Levántate cada 30-45 minutos para estirarte y moverte un poco.
- Dormir en colchones diferentes o de peor calidad.
Las camas de hotel, apartamentos turísticos o casas de verano suelen tener colchones más blandos o en mal estado. Esto puede afectar la alineación de la columna durante las horas de descanso, provocando contracturas, pinzamientos o sensación de rigidez matinal.
Consejo: Si puedes, lleva tu propia almohada ortopédica o cervical. Y si el colchón es muy blando, coloca una manta doblada entre el colchón y las sábanas para darle más firmeza.
- Más actividad física… sin preparación.
Muchas personas se animan a practicar deportes que no hacen el resto del año: pádel, surf, paddle surf, caminatas largas, natación… El problema es que el cuerpo no siempre está preparado para ese cambio de actividad repentino. El resultado: molestias en la zona lumbar, dorsalgias, tensión en trapecios o rigidez muscular.
Consejo: Calienta antes de cada actividad, aunque sea leve. Estira suavemente al terminar y no aumentes la intensidad de golpe. Recuerda que el cuerpo necesita adaptación progresiva.
- Uso de calzado inadecuado.
Las chanclas, sandalias planas y calzado sin sujeción afectan la biomecánica de tus pasos y alteran la posición de tus caderas, rodillas y espalda. Esto puede derivar en lumbalgias o dolor ciático.
Consejo: Alterna calzado cómodo y con sujeción. Si vas a caminar mucho, usa deportivas aunque estés de vacaciones.
El verano no debería ser sinónimo de dolor. Pequeños cambios como cuidar tu postura, elegir mejor tu calzado y adaptar la actividad física pueden ayudarte a evitar esos molestos dolores de espalda tan comunes en esta estación.
Y si el dolor persiste o se intensifica, consulta con tu fisioterapeuta. Un buen diagnóstico y tratamiento a tiempo puede marcar la diferencia entre unas vacaciones disfrutadas… o sufridas.